3 de mayo de 2012

Una torera maquinación

A la posteridad solamente pasan unos cuantos toreros; en la tauromaquia, como en el Evangelio, son muchos los llamados y pocos los escogidos. Así, si uno habla de Juan Belmonte, Marcial Lalanda, Manolete, Domingo Ortega, Antonio Ordóñez, Manzanares -padre o hijo-, Enrique Ponce o José Tomás, la inmensa mayoría de gente, incluidos los no aficionados, saben perfectamente quienes son. Pero a lo largo de la historia del toreo son muchos los que han vivido una gloria efímera y, probablemente, muchos más los que nunca la han tenido. Uno de esos diestros que apuntó maneras, llegó a tomar la alternativa y tuvo algún momento en que pareció poder llegar a ser algo para terminar en el olvido fue el madrileño Luis Segura. Este torero había nacido en el barrio madrileño de Usera en 1938 y tuvo una prometedora carrera como novillero, tomando la alternativa en la Plaza de Las Ventas de Madrid durante la Feria de San Isidro de 1958 de manos de Rafael Ortega y con "Antoñete" como testigo. Quienes le vieron torear hablan de un diestro con buen gusto que lucía de manera especial con el capote, sobre todo en las chicuelinas, llegando a tener un pase propio que ejercitaba colocando el estoque, con la muleta encima, frente a las tablas y haciendo pasar el toro por debajo. Hubo quien le acusó de ser un torero excesivamente "amanerado", con falta de naturalidad al torear, si bien buenos entendidos de la "fiesta" le defienden y niegan esa tacha. La tarde más triunfal en la carrera de Luis Segura también se produjo en Madrid, donde un el 24 de mayo de 1959, alternando con Rafael Ortega y Joaquín Bernadó, desorejó al sexto toro de la tarde y salió a hombros.

Pero Luis Segura era, como tantos colegas de profesión, un hombre inclinado a la bohemia y la vida poco ordenada, y no tuvo la regularidad suficiente para reiterar triunfos y consolidarse en los lugares altos del escalafón, aunque siempre solía torear en las ferias importantes: Madrid, Sevilla, Bilbao, Pamplona, ... Al haber perdido el sitio en España, Segura decidió trasladarse a Méjico, en algún sitio he leído que siguiendo los pasos de alguna romántica conquista, estando entre 1968 y 1971 por tierras americanas. Cuando regresó a España el torero madrileño no consiguió cerrar apenas contratos, por lo que en 1973, junto a su hermano Everildo -¡pedazo de nombre!- urdió una trama con la finalidad de hacerse notar y provocar interés en los empresarios del ramo; así, emulando al torero vasco Diego Mazquiarán Fortuna, quien el 23 de enero de 1928, cuando paseaba por Madrid, se tropezó con un toro que se había escapado del rastro y se enfrentó a él con un improvisado estoque y su abrigo, consiguiendo matarlo, los hermanos Segura montaron un novillo en un camión y lo soltaron en plena Gran Vía madrileña, apareciendo Luis para estoquearlo y matarlo con aparente arrojo y desprecio de su vida, fingiendo un acto heroico. Recuerdo perfectamente la noticia del telediario, y como al día siguiente se descubrió el pastel y Luis Segura fue detenido, juzgado y encarcelado en la prisión madrileña de Carabanchel, de donde salió al cabo de no mucho tiempo, como literalmente explica la web /www.mcnbiografias.com.

El sucedido demuestra una vez más la peculiar idiosincrasia de bastantes toreros, capaces tanto de enfrentarse a un toro con valor enorme como de dedicarse a actos que rozan, sino superan, los hechos delictivos. Luis Segura falleció en Valdemorillo el 16 de febrero de 1975 cuando toreaba un Festival benéfico víctima de un infarto de miocardio; el diestro tenía 36 años y está claro que vivió su vida profesional con gran intensidad, por mucho que el éxito solamente le sonriera al principio y no pudiera remontar su decadencia ni siquiera con trucos tan originales.



5 comentarios:

Marga dijo...

La creatividad no tiene límites... no sé si juzgarle con crueldad o simplemente sentir lástima por lo mal que le salió el truco. Tenía una sola arma para sobrevivir que es torear... y no tenía mucho talento para casi nada más, ni siquiera para mantenerse como profesional exitoso del toreo (disciplina, esfuerzo) así que hizo lo que estuvo en sus manos, jugó y perdió. Creo que es mejor eso a no intentar nada y quedarse de brazos cruzados.
¿Tenías que contar que murió a los 36? En menos de un mes cumpliré esa edad y me siento achacosa y vieja... jejeje, no es tu culpa, es mi energía atrayendo ese tipo de noticias.
Lo dicho, te leo... aunque a veces no diga nada. Abrazo.

Modestino dijo...

Estás en lo mejor de tu vida, de los 30 a los 50 son décadas doradas; no es normal un infarto a los 36, vete a saber la vida que llevaba el pobre Luis Segura.
Gracias por leerme; nadie debe sentirse obligada a contestar, es la mejor condición para un visitante de un blog.

Anónimo dijo...
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veronicia dijo...

Lo que yo he pensado es que le hubiera ido mejor con un representante artístico más expeditivo... que hubiera sabido manejar los hilos de la prensa como hacen actualmente.
En fin; hoy un reportaje de posado con una novia exótica, mañana que si no es mi novia, pasado que si no desmentimos que nos casamos... novelar un poco la vida hasta que se hable tanto para bién o para mal que terminara cerrando contratos.

Modestino dijo...

Hay toreros cuya fama viene más de la prensa rosa que de su labor torera, es el caso de Rivera Ordóñez, Cayetano, Jesulín, ... Otros acabaron malograndose por estar más pendientes de la cosa mediática que de los toros, como Javier Conde, Finito de Córdoba, Oscar Hogares, ... Pero los mejores no necesitan que los vendan: Manzanares, Morante de la Puebla, José Tomás, Talavante, "El Juli", ...
La historia de Luis Segura demuestra, creo, poca inteligencia.