20 de mayo de 2012

El día que La Romareda elevó al meta Lombardía a la categoría de mito

Imagino que el nombre de Lombardía no resultará especialmente conocido para los aficionados al fútbol de hoy día; el tremendo poder mediático de los Messi, Ronaldo, Drogba, Iniesta, ... no deja de producir cierto exclusivismo, y si se pregunta por "viejas glorias" los que suenan son Di Estéfano, Kubala, Pirri, Juanito, Rexach y nombres similares. Pero Alfonso Álvarez Lombardía fue un portero que en los inicios de los años 70 entró con nombre propio en la historia de su equipo, el Real Oviedo, pues ascendió con él a 1ª división en mayo de 1972, obtuvo esa misma temporada el premio "Zamora" al portero menos goleado de la categoría y mantuvo la titularidad a lo largo de la siguiente campaña en la que los carbayones consiguieron permanecer en la máxima categoría. Pero, de refilón, casi sin buscarlo, Lombardía también forma parte de la pequeña historia del Real Zaragoza, pues gracias a una prodigiosa actuación suya en el viejo estadio de "Altabix", en Elche, el Real Zaragoza pudo acompañar a los asturianos en el camino de regreso a primera. Pienso que los que presenciamos en La Romareda la última jornada de la Liga en la que el Real Zaragoza se enfrentaba al Cádiz, guardamos para siempre en el recuerdo el nombre de Lombardía, pues gracias fundamentalmente a él el equipo aragonés consiguió un ascenso que al comenzar la tarde de ese lejanísimo 31 de mayo de 1972 parecía prácticamente imposible.

El Zaragoza había caído al pozo de segunda en mayo de 1971 coincidiendo con el fin de la brillantísima época de los "Magníficos", pese a tener en el equipo jugadores contrastados como Villa, Santos, Violeta, Rico, González, Planas, Ocampos o Luis Costa, sólo fue capaz de vencer en tres encuentros y descendió junto al Elche a la división de plata. Algunos ilusos pensábamos que el año en 2ª iba a ser un paseo, pero nada más lejos de la realidad y aunque en La Romareda el equipo fue prácticamente imbatible -sólo cedió sendos empates ante San Andrés y Castellón y una derrota precisamente frente al Oviedo- venciendo en 16 partidos y marcando 49 goles, fuera de casa se mostró habitualmente falto de garra y agarrotado y llegó a perder hasta hasta seis encuentros por 1-0, además de un par de derrotas aún más amplias. Los gallitos, además de Oviedo y Zaragoza, fueron el Elche, un reforzado Castellón y las dos sorpresas de la temporada, C.D. Logroñés y Cultural Leonesa; los riojanos y castellanos no aguantaron el tirón de la segunda vuelta y todo quedó en un enfrentamiento entre asturianos, aragoneses y los dos citados equipos levantinos. En la penúltima jornada el Zaragoza jugaba en Oviedo, donde solamente pudo empatar y en el último minuto, empate que concedía el ascenso matemático a los del Principado, mientras que las victorias a domicilio de Elche y Castellón les llevaban a superar al Zaragoza en la tabla y a depender de sí mismos. En la última jornada, que venía suspendida desde la primera vuelta, los maños recibían a un folojo Cádiz, el Castellón a un Mallorca que no se jugaba nada y el Elche al Oviedo, que ya tenía todo hecho y se presumía no se iba a esforzar demasiado. Recuerdo que el ambiente en Zaragoza era de pesimismo total, y aunque el partido lo encarrilaron enseguida los blanquillos (acabarían venciendo por 4-0), la gente sólo estaba pendiente de lo que ocurría en Castalia y Altabix; los castellonenses hicieron los deberes y, aunque les costó, terminaron venciendo por 2-0, mientras las noticias que venían de más al sur hablaban de un encuentro sin goles y una presión asfixiante del Elche de Canós, Llompart, Montero, Sitjá, Melenchón y cía. Terminado el encuentro de Zaragoza los espectadores permanecimos en nuestros asientos, mientras el corresponsal de Radio Nacional, situado en una de las arcaicas cabinas de la tribuna, iba insistiendo con los dedos en el 0-0 de Elche; por fin todos vimos como José Luis Violeta, el león de Torrero, se dirigía dando saltos de alegría al centro del campo: el Elche no había conseguido marcarle ningún gol a Lombardía y eso suponía que, contra todo pronóstico, el Zaragoza regresaba a su lugar natural. Los cronistas contaron posteriormente cómo el meta ovetense había sido un auténtico coloso, y con la colaboración de un equipo solvente y aguerrido como había sido durante todo el año el Oviedo -sólo encajó 19 goles- fue capaz de evitar que las múltiples acometidas ilicitanas acabaran en gol. Se dijo entonces, y nadie lo desmintió, que el Zaragoza había enviado un jugoso maletín a la concentración asturiana que sirvió de incentivo para que los jugadores del Oviedo no se durmieran en los laureles.

El Oviedo llevaba casi una década en Segunda División, donde era un equipo puntero, aunque nunca había llegado, desde su último descenso en 1965 a tener reales posibilidades de ascenso, llegando incluso a correr riesgo de bajar a tercera cuando los dos grupos de la segunda se redujeron a uno; ese año habían puesto al frente del equipo al gallego Eduardo Toba, que hacía pocos años había diso seleccionador nacional y había entrenado a equipos como Deportivo de La Coruña, Real Murcia, Hércules, Tenerife y Córdoba. El equipo destacaba por su fortaleza defensiva, con una defensa formada por el central Tensi, capitán del equipo y toda una institución los laterales Carrete, que fue una de las revelaciones ese año y acabó siendo internacional y fichando por el Valencia y Juan Manuel, sobrio y eficaz y el libero Vicente, que destacaría como entrenador años después. Sus otras grandes figuras eran el ariete Galán, que también vistió la casaca internacional y fue ese año "Pichichi" de segunda con 22 goles y el extremo zurdo Uría, que Ladislao Kubala reconvirtió en lateral para la selección y sería vendido al real Madrid, jugando posteriormente con el gran Sporting de Mesa, Maceda, Joaquín, Morán, Quini y Ferrero, sin olvidar al extremo Javier y al fino interior Iriarte, un navarro que era el pilar de medio campo.

Al año siguiente Lombardía, a quien García Remón, cedido por el Real Madrid, había cortado hasta entonces su progresión, regresó a La Romareda con el Oviedo en el quinto partido de Liga; puedo dar fe que le ovación que recibió del público zaragocista fue de las que hacen época, aunque entonces las cosas habían cambiado y mientras al Oviedo le costaba adaptarse a la categoría, el Zaragoza había iniciado la temporada en racha y venció ese encuentro por 3-0, tal vez por eso de que el fútbol no tiene excesiva memoria. No obstante, el Oviedo acabaría cerrando una temporada digna, en la que con los jugadores del ascenso más los refuerzos del paraguayo del Atlético de Madrid Jacquet y del ariete de la Leonesa Marianín, el "Jabalí del Bierzo", que fue "Pichichi" con 20 goles, consiguió permanecer en primera sin grandes agobios. El brillo de Lombardía fue apagándose, y terminó siendo suplido por el prometedor César y el brillante yugoslavo Dujkovic, pero siempre tendrá un hueco en la historia de los días agradables del Real Zaragoza.


2 comentarios:

veronicia dijo...

Viendo estrategias defensivas en el futbol actual he llegado a la conclusión de que para conformar este tipo de equipos la pieza clave es el portero, un 9 muy efectivo para que las escasas contras que se presenten sean gol...
(Ignoro toda ésta historia del futbol :)))))

Modestino dijo...

Lo que estás aprendiendo, Veronicia, ... ;)