16 de febrero de 2016

Volvió la cigüeña

Aunque pueda parecer que está avanzada la tarde, la foto es de poco después de las 2 del mediodía; me temo que a la confusión ayudan las limitaciones de la cámara del móvil y la torpeza de quien la hizo. Además, la finalidad última de hacer la foto, inmortalizar a la cigüeña recién instalada en la copa del segundo árbol, queda bastante anulada por la falta de luz y la lejanía de su figura, apenas mostrada en una especie de sombra. La discreción de la imagen contrasta con el impacto del momento vivido, cuando pensativo, en pleno ensimismamiento del habitual recorrido de regreso a casa, escuché el llamativo sonido del canto del ave migratoria, que caía casi a peso sobre un nido enorme que ocupaba prácticamente más espacio que el que la propia cima del árbol le permitía. Sin aviso previo, sin esperarlo, me encontré con la naturaleza, con un ser que aparece y se muestra tal como es, sin aristas, protocolos ni disimulos, ajeno a las preocupaciones y a los particulares dramas que frecuentemente nos agobian, tantas veces injustificadamente, a las personas. Allí estaba la cigüeña, libre y vigorosa, conformada con lo que tiene, alegre por poder ocupar su espacio, sin quejas ni exigencias. Dicen que "por San Blas, la cigüeña verás", yo efectivamente la vi, y ahí sigue, a mitad del camino, brillante, libre y espléndida, disfrutando el presente y enfrentándose en paz al futuro.

2 comentarios:

Susana dijo...

Me encantan las cigüeñas. Un beso.

Anónimo dijo...

A mi también me gustan y lo que más me impresiona es al verlas de cerca en el campo comiendo y de repente alzar el vuelo. Me parece increible la capacidad de volar.